
El supermercado es el mejor ejemplo de capitalismo y libre mercado, esta idea del autoservicio surgen en la mente de Clarence Saunders un tendero sureño estadounidense que motivado por la necesidad de ahorrar tiempo a la hora de atender a sus clientes crea este revolucionario concepto. Abre su primer establecimiento llamado «Piggly Wiggly» hace casi 100 años en Memphis, Tennessee.
Actualmente en cualquier supermercado o hipermercado moderno podemos encontrar todo tipo de productos de diferente variedad, precio y calidad, que permiten a toda familia de cualquier nivel socioeconómico adquirir alimentos a precios muy bajos, pero lo que resulta más fascinante es el imaginar por un instante todo el proceso que permitió que esos cientos o miles de productos estén allí esperando a ser cogidos de las estanterías. Un proceso extremadamente complejo que es ejecutado a diario por millones de personas a lo largo de la cadena productiva; y que comienza desde la materia prima que proviene de algún sitio remoto, hasta el procesamiento industrial de alta tecnología y el capital humano de muchas generaciones que se las han ingeniado para crear un producto de calidad al menor precio posible, precisamente esa es la magia del sistema capitalista de libre mercado, que involucra a todo tipo de personas que en la mayorías de los casos ni se conocen y que apenas han tenido contacto por medio de un email o llamada telefónica. Un sistema que se basa en la confianza y el respeto por el trabajo o la propiedad del otro, pero sobre todo por el egoísmo del interés propio que finalmente nos termina beneficiando a todos.




Recientemente ha salido una encuesta de Pew Research donde afirma que la aburguesada sociedad española es mayoritariamente anticapitalista, al parecer la mitad de la población no va al supermercado o piensa en su ignorancia que esos productos han llegado allí gracias a las leyes y la burocracia del Estado, quizás sea cuestión de plantearles a estos anticapitalistas que llevan un iphone en el bolsillo estatizar todo el sistema productivo para ver qué sucede, seguramente así terminen cambiando de opinión como ha pasado con los vietnamitas o chinos que luego de probar el maravilloso socialismo, ya no quieren saber de él.
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Desafortunadamente a muchos canarios se les olvidó el hambre que pasaron nuestros padres o abuelos durante la autarquía franquista y no parecen ver que hoy vivimos prácticamente en una súper abundancia gracias al aperturismo hacia el libre mercado que se inició en 1959 pero desafortunadamente por el aumento del tamaño del Estado, la proliferación de los derechos sociales y el intervencionismo en la economía, ese nivel de vida está en proceso de extinción, sencillamente porque sin libertades económicas no hay bienestar, ni prosperidad para nadie.

Actualmente los venezolanos están viviendo un auténtico drama para poder adquirir alimentos, precisamente porque la revolución socialista asumió la imposible tarea de alimentar a los 33 millones de venezolanos por medio del Estado y a su vez impuso todo un conjunto de medidas de control económico que imposibilitan al poco sector privado que queda en pie, asumir la tarea que la planificación estatal lógicamente no puede realizar. La historia del siglo XX cuenta con una gran cantidad de casos similares al venezolano como por ejemplo el del Chile de Allende, la Cuba de los Castro, la Unión Soviética y por supuesto todo el Lejano Oriente que fue socialista, además de algunos regímenes militares de índole corporativista o mercantilista.
El libre mercado ha demostrado ser muy eficiente para coordinar la producción y distribución de alimentos a bajo coste, la sociedad Canaria actualmente se está perdiendo todo un supermercado de servicios como pensiones, salud o educación, con múltiples alternativas, innovación, eficiencia y mucha calidad, simplemente por temerle a la libertad de elección y a la responsabilidad que supone ser dueño de uno mismo. No tiene sentido el seguir permitiéndoles a los políticos asumir, imponer y monopolizar coactivamente la prestación de servicios que la sociedad civil puede desempeñar de manera mucho más eficiente en un entorno de libre mercado, sin las manipulaciones y las corruptelas propias de la política y el Estado.